DETRÁS DE UN GRAN HOMBRE, UNA MUJER SORPRENDIDA
NANCY E. RIVERA H.
Por largas décadas, circuló en todas las esferas sociales la frase: “Detrás de un gran hombre, una gran mujer”, frase que hacía notar en forma expresa un papel secundario de la mujer en su rol social, económico y político; sin embargo, aun así era motivo de orgullo para toda mujer que se sentía aludida con dicha frase. Asumiendo ser un factor fundamental para el éxito del hombre, con lo que se consideraba indispensable y eso la halagaba.
No obstante, el otro día, leí (en uno de esos correos que te envían sin que lo desees) la siguiente frase: “Detrás de un gran hombre, una mujer sorprendida” y la verdad, en la primera lectura, me provocó una sonrisa; porque, además, estaba precedida de una serie de frases que hablaban en forma jocosa de la mujer de antes y la de ahora. Pero, al mismo tiempo, fui tratando de comprender la magnitud de la frase ¿Acaso hay tan pocos “grandes hombres” en esta época que al verlos exitosos, talentosos, generosos, sensibles… nos pueden dejar pasmadas?
Y esta pregunta inevitable trajo a acolación una preocupación que me ronda en estos últimos años. Cuando veo, en los colegios, que año tras año los promedios más destacados lo obtienen las mujeres; en los deportes, quien lleva la antorcha olímpica, en los últimos años, son mujeres; la escolta está conformada, en la mayoría de los colegios, por mujeres. Cuando hay concursos y se presenta algún varón nos alegramos enormemente y aplaudimos con mayor énfasis ¿Qué está pasando? ¿Acaso estamos en la era del ocaso de los hombres?
Creo que no, lo que sucede es que estamos viviendo en una época de reacomodo social, en que la mujer al tener acceso a la cultura y a la educación está demostrando que es tan capaz como el hombre en desarrollarse en todos los ámbitos que exige la sociedad. Sin embargo, al parecer, el hombre no está preparado para ello ya que desde la familia todavía se le forma con cierto aire de superioridad sobre la mujer; por lo tanto, cuando ve a una compañera del colegio desempeñándose en forma destacada tiene un primer impacto y prefiere, en el mejor de los casos, hacerse a un lado. A esto hay que sumarle que el desarrollo psicológico del adolescente va en diferentes tiempos, tanto en varones como en mujeres. Es así que mientras las chicas de segundo están mirando a los chicos de quinto, sus compañeros están pensando en sus héroes animados. Entonces se ven forzados a acelerar su desarrollo. Más aún cuando sus profesores revisan sus trabajos muchas veces toman como modelo el trabajo de las estudiantes que por su naturaleza va impreso de cierto toque femenino: colores, flores, stickers, etc. Que hacen que ameriten algunos puntos adicionales en sus calificaciones. A diferencia de los trabajos de los estudiantes varones que está exento, en la mayoría de veces, de estos detalles. Por lo tanto, a lo que antes era una homogeneidad a los ritmos de aprendizajes ahora es una homogeneidad a las diferencias de género. A esto hay que sumarle, los programas de televisión, que muchas veces presentan animadores vestidos de mujer e imitando conductas femeninas. Actitudes que denigran el rol del varón en la sociedad.
Si bien es cierto, la escuela mixta favoreció a las relaciones interpersonales entre varones y mujeres, tal como se da en la sociedad. Además de dar un toque de equilibrio en cuanto a la conducta y agresividad de los varones, volviéndose más expresivos y comunicativos con las mujeres. Sin embargo, esto no ha favorecido a los varones en su rendimiento académico, por el contrario cada vez son menos los que se ubican en el tercio superior en sus colegios.
Nuestros estudiantes, entonces, se encuentran frente a una realidad adversa, que no le permite desarrollarse naturalmente. ¿Qué hacer entonces?
En primer lugar, debemos de empezar en la familia, asumiendo que si bien es cierto hombres y mujeres tienen los mismos derechos, pero, también son diferentes emocionalmente y físicamente; así como en sus actitudes, en sus roles ante la sociedad y la familia.
En segundo lugar, los maestros debemos considerar que tanto hombres y mujeres aprenden de manera distinta. Mientras que las mujeres son más metódicas y organizadas; los varones son más prácticos, rápidos en tomar decisiones, etc. Ambas características válidas y favorables para el aprendizaje. Entendiendo que unas complementan a otras. Y que en el momento de evaluar debemos considerar esas diferencias. Y no pretender, por ejemplo, que varones entreguen un trabajo con la misma forma y diseño que el de las mujeres.
En tercer lugar, la sociedad y los medios de comunicación juegan un papel fundamental en este aspecto; ya que nos presentan una realidad muchas veces inexistente con hombres y mujeres estereotipados.
Finalmente, no creo que la escuela diferenciada pueda ser una solución. Pero, sí creo que se deben crear espacios académicos diferenciados dentro de las escuelas. Así como espacios mixtos de interrelación entre alumnos y alumnas. Creo que ambos extremos no son favorables en forma absoluta; mas, combinando formas de ellas dentro de las escuelas, sería favorable para ambos; tanto para su desarrollo académico, como emocional. De esta forma, tal vez, podríamos decir que “Al lado de un gran hombre, una gran mujer” o “Al lado de una gran mujer un gran hombre”.